Publicado: 23/03/2021

Danone ha sido durante años un modelo para quienes creen en la responsabilidad de las empresas por su impacto en los derechos humanos, las comunidades y nuestro planeta. Su evolución hacia una empresa orientada a objetivos ("entreprise à mission" según la legislación francesa) fue una afirmación de su larga determinación de situar a sus empleados y empleadas, a las comunidades con las que se relaciona y su impacto en nuestro planeta en el centro del propósito de la empresa.

No se puede permitir que la salida del presidente y director general de Danone, Emmanuel Faber, el 14 de marzo, aliente a los inversores activistas interesados principalmente en objetivos financieros a corto plazo. Tampoco se puede permitir que marque un cambio de dirección significativo para la empresa, sustituyendo sus objetivos económicos, sociales y medioambientales por objetivos centrados principalmente en devolver valor a las y los accionistas a cualquier precio.

La empresa hizo más que hablar. Danone se comprometió a garantizar a sus empleados y empleadas el acceso a los derechos fundamentales que muchas empresas defienden de boquilla. Este compromiso se ha materializado en acciones concretas, como la firma de nueve acuerdos internacionales con la UITA. Estos acuerdos abarcan cuestiones inaccesibles para los trabajadores y las trabajadoras y sus sindicatos en muchas empresas. Estos incluyen la limitación de todas las formas de trabajo precario y la aplicación de las normas internacionales para proteger los derechos de los trabajadores en caso de reestructuración. Además de estos nueve acuerdos internacionales, un reciente y pionero acuerdo de neutralidad y acceso en la EE.UU. garantiza que los trabajadores y trabajadoras de Danone puedan ejercer sus derechos humanos de afiliarse libremente a un sindicato y ser representados y representadas por él. Danone ha servido una vez más de modelo de derechos en un país en el que las y los empleadores suelen obstruir y negar esos derechos fundamentales, un punto subrayado por la administración Biden, que ha reconocido la dificultad a la que se enfrenta la fuerza laboral americana a la hora de ejercer esos derechos. El propio presidente Biden ha señalado que la negación de esos derechos es un factor importante que contribuye a las enormes desigualdades que existen en la economía más rica del mundo.

Danone, única entre sus pares, ha acordado un proceso de consulta con su personal en todas sus operaciones internacionales, mucho más allá de lo que se exige legalmente a nivel europeo. Un elemento central de este proceso es una reunión anual a la que asisten representantes sindicales de todas sus operaciones internacionales.

Danone reconoce que sus empleados y empleadas son algo más que eso. La afirmación tópica de tantas grandes empresas de que "nuestro activo más importante es nuestra gente" es cierta en Danone desde hace muchos años. La fuerte reacción de los y las trabajadoras de Danone y sus sindicatos en todo el mundo ante las recientes payasadas de las y los inversores activistas que amenazan los valores fundamentales de Danone es una prueba de ello.

Danone se ha centrado con determinación en transformar su huella medioambiental realizando importantes inversiones para cumplir sus compromisos medioambientales a corto plazo. Las acciones de la empresa están lejos del lavado verde (greenwashing) que se ve en tantos sitios web corporativos; Danone ha asumido riesgos al servicio de esta misión, actuando de nuevo como pionera de lo que tantos creen hoy en día que debería ser un papel mucho más importante para las grandes empresas.

Los fondos de inversión activistas que rodean a Danone como tiburones, tal vez oliendo sangre tras su exitosa expulsión de Emmanuel Faber, se enfrentarán a cualquier esfuerzo posterior para destruir los valores fundamentales que han sido de Danone durante tanto tiempo. Esa oposición surgirá de muchos lugares. Los trabajadores y las trabajadoras de Danone estarán en primera línea. También esperamos que haya resistencia en los círculos políticos, sobre todo entre quienes ven el papel de las empresas en un contexto social más amplio y han sido testigos de la desigualdad y la miseria que ha creado la avaricia desenfrenada de los inversores. Una parte importante de la comunidad de inversores afirma cada vez más que apoya a las empresas con objetivos medioambientales y sociales sólidos y, lo que es más importante, esperamos que con prácticas igualmente sólidas. Esperamos que esos inversores se presenten ahora y demuestren que no son sólo palabras vacías.

Danone tiene que rendir financieramente, pero no debe ser forzada a hacerlo de una manera que amenace su papel pionero como la empresa que tantas personas, incluyendo un número creciente de consumidores, ven como un modelo para que otros y otras emulen.

No se puede permitir que la salida del presidente y director general de Danone, Emmanuel Faber, el 14 de marzo, aliente a los inversores activistas interesados principalmente en objetivos financieros a corto plazo. Tampoco se puede permitir que marque un cambio de dirección significativo para la empresa, sustituyendo sus objetivos económicos, sociales y medioambientales por objetivos centrados principalmente en devolver valor a los accionistas a cualquier precio.